El infierno es mi hogar.

Caminaba despacio, con seguridad, con determinación y una asquerosa altanería. Miraba por encima del hombro y hablaba de manera grandilocuente y arrogante, de aquel que cree tener la verdad suprema. Decía a unos y a otros lo que tenían que hacer, daba consejos sin que se los pidieran. Un joven que se creía perfecto, afirmaba que nunca cometía errores, que nunca sufria equivocación alguna. Un ser vil, rastrero, lleno de maldad, caminando en la noche. Seducía con sus palabras a bellas jovénes para luego darles la patada, hacerles pedazo el corazón y nunca mas pronunciar sus nombres. Despreciando a la gente, tratandola como a basura, incapaz de ponerse en su lugar y hacer uso de su escasa empatia, en gestos caracterizados por un transtorno psicopatico.

Con cierto recelo, vigilaba sus espaldas en la penumbra, divisaba débiles luces verdes y rojas, los faros de los coches en la carretera, y las escasas farolas que en la calle había. Empezó a escuchar unos pasos detras de él, pero cada vez que se volvía no veia a nadie ni a nada.

Pasos. Se volvio otra vez y nada, no estaba asustado, su caracter no le dejaba, pero se empezaba a inquietar. Al volver a mirar para delante, se encontro con una figura de negro, totalmente encapuchada.

-Muy pronto para Halloween, imbécil. ¿Se supone que debo creer que eres la muerte?

-No, no soy la muerte. Pero seguramente despues de esta noche preferiras que lo haya sido.

-Hace tiempo que no me asusto por tonterías, ¿Que quieres? ¿Dinero? ¿Comida? Con esas ropas andrajosas me da a mi que hace tiempo que no comes.

La voz del encapuchado sonó mucho mas grave que al principio, potente y clara.

-Escuchame engreído. ¿Crees que eres Dios? Eres simplemente una mota de polvo, un susurro del viento. Vas por ahí, sin tener en cuenta a los demas, creyendote el unico con derechos, tratando a las personas como basuras u objetos contingentes de tu vida. Pero hoy se ha acabado, y lo mejor es que aún no lo has entendido.

Por primera vez el joven se asustó.

-¿Q-Quien eres? ¿Que quieres de mi?

-Soy tu maldad personificada, cada desprecio, cada corazon roto, cada acto de prepotencia, cada oracion de grandilocuencia, cada lagrima que se derramo por tus actos, cada grito de desesperacion.

La figura se quitó la capucha. Un escalofrio recorrio al joven sumiendolo en una oscura pesadilla. Debajo de aquella capucha estaba su misma cara, sus mismos ojos oscuros, pero con un toque grotesco. Las mejillas estaban descarnadas, los ojos inyectados en sangre, parecian que se iban a salir de un momento a otro de sus orbitas, apenas tenia nariz, y sus labios eran morados y sin vida.

-¿Ves ahora quien soy? Soy tu, tu verdadero yo. Porque esa cara de niño bueno y guapo no es la verdadera, este eres tu. Un monstruo desfigurado y mutilado, un alma negra como la noche. Hoy, alguien te hará una visita.

La figura rió con su potente voz grave, y se desvaneció en el aire como un susurro.

El joven se habia quedado petrificado, pero en un rato se le paso y volvio a casa pensando que habia sido una alucinacion, debian de haberle echado algo en la copa. Llego a casa y se acostó en la cama...


A la mañana siguiente en el Telediario dieron la siguiente noticia:

"Esta mañana se ha encontrado el cadaver de un joven en su habitacion. Al parecer se ha suicidado rajándose el cuello con un cuchillo de cocina. Antes de morir mientras se desangraba, con su propia sangre escribió en su espejo «El infierno es mi hogar». La familia desconoce las razones de su suicidio, y no ha dejado nota o algun manifiesto de sus motivos."

Moraleja: La maldad siempre acaba por marcharse al sitio que le corresponde.