Recuerdo mi infancia. Todo era alegre, feliz y fácil. Una vida sencilla y humilde, pobre pero llena de alegría. Hasta una noche. Dormía, y de repente escuché un estrépito. Parecia como si el cielo nos hubiera caído, yo no sabía que pasaba. Luego oí ruidos muy extraños, que se repetían constantemente, salté de la cama y escuché gritos de temor, de agonía, de desesperación y de impotencia. La noche estaba iluminada por el fuego, me pareció estar en el infierno. Extraña gente vestidas con un traje verde y casco, mataban a todas las personas que se encontraban, hombre, mujer o niño. No dejaban vida a su paso. Unas especies de pájaros metálicos, sobrevolaban dejando caer fuego en nuestra querida tierra. Me cruzé con personas moribundas, diciendo que corriera. Vi morir a mi padre, a mi madre, y a mis tres hermanos. Vi morir a bebés, a ancianos a amigos míos. Supe que iba a morir allí, con toda aquella gente, y sin embargo no sentí temor, solo quería que aquello acabara ya, y reunirme con mi familia, estuvieran donde estuvieran. Supe que el demonio había llegado a mi hogar.
Alguien me agarró y me llevó lejos de allí. Milagrosamente me salvé, y nos refugiamos en las montañas...
Hoy soy un adulto, y sigo escuchando aquellos ruidos, aquellos gritos, aquel infierno. Para acallarlos, soy yo quien mata a las personas, soy yo quien pone bombas, descuartiza y envenena, soy yo quien os invade y os hace sumiros en la mas impotente de las desesperaciones posibles. Soy yo, ahora, el demonio, el que os martiriza y os atormenta, el que os sorprende por la noche y os asusta.
Hoy, a mi, me llaman terrorista. Un perturbador de la paz y la armonía. Me llaman el malo, el antagonista en la historia. Pero solo soy el Frankestein que se rebela contra su creador.
Soy vuestra mas perfecta creación. Un monstruo que nunca quiso ser lo que es.
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