martes, 16 de febrero de 2010
« ¡No te rindas ahora! »
El chico se hallaba una vez mas allí, caído, en el charco de barro. La desesperanza lo inundaba, ya no le quedaba fuerzas para seguir, pensaba que no debía levantarse más.
« ¡No te rindas ahora! » -Dijo una voz en su cabeza.
El chico extendió las manos y se irguió un poco. Notó como el aire lo rozaba y lo mecía con dulzura, era una sensación tan agradable que inspiró en su rostro una sonrisa. Estaba sucio y mojado, la lluvia caía fuertemente contra él, como si quisiera volverlo a ver en el suelo. Pero el chico comprendió que había caido de nuevo, pero que no había perdido aún. Se levantó un poco más y la esperanza fue volviendo, recuperaba poco a poco el calor y se sentía mucho mejor. Siguió comprendiendo, que si se levantaba ahora y seguía luchando, merecería la pena correr el riesgo de volver a caer, pero no, no lo vencerían, porque no se rendiría.
«Solo se pierde cuando se deja de luchar» -Pensó-. « Y no pienso hacer tal cosa»
A cada pensamiento que su mente formulaba, su cuerpo se alzaba un poco más del suelo, venciendo a la desesperanza y a la desazón. Por fin logró ponerse en pie, alzó la vista al cielo y observó que seguía lloviendo, aunque el agua que caía parecía tener ahora una naturaleza distinta. Se puso en marcha hacia su destino, sabiendo que no importa caer cien veces si estas dispuesto a levantarte otras cien. Y no importa lo sucio que esté algo, porque con agua y un poco de esfuerzo, cualquier mancha sale de cualquier sitio. Incluido el alma.
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Una gran verdad en un preocioso relato ^^
ResponderEliminarMe gusta !
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